Sentir el cuerpo

Si se presta un poco de atención se nota: el ir y venir de los pulmones, el ritmo pulsátil de la sangre, un músculo vibrante... multitud de pequeños rumores y cosquilleos que delatan que ahí dentro de nosotros, en la aparente quietud, cada órgano y tejido está desempeñando su función para mantenernos vivos. Pero nuestro homenaje no es frecuente; ni siquiera tenemos la consciencia de estar indisolublemente unidos al cuerpo, de ser la misma cosa. A menudo solo si nos duele o caemos enfermos reparamos en que viajamos juntos. Y, sin embargo, bien podríamos dirigirnos cotidianamente a nuestro hígado, nuestras manos o nuestros riñones para dedicarles un amable agradecimiento por lo bien que trabajan para nosotros.

Tendemos a vivir lejos del cuerpo, concentrados en la mente. Intentamos comprender siempre con la razón, a veces perdiéndonos en las arquitecturas de las palabras, y olvidamos el prodigioso mecanismo que nos sostiene y sus favores bondadosos e inteligentes allá donde el pensamiento no puede ayudarnos: cuando intuye, rechaza o resuelve lo que no podemos afrontar, cuando nos indica lo que nos pasa, o simplemente cuando digiere o nos lleva.

El cuerpo parece conocer muy bien nuestros anhelos y necesidades profundos, lo que arrastramos y cómo liberarlo. Nada de lo que pensamos o sentimos le es ajeno. Por eso puede convertirse en un instrumento preciso del que valernos como guía.

Se puede explorar el cuerpo, a través de sus sensaciones y reacciones, interpretando sus mensajes cifrados, dejándole expresarse, queriéndolo y acogiéndolo como el mejor aliado que tenemos.Demasiado a menudo se le trata con desgana, aborrecimiento, insensibilidad. Se llega a reducir a su aspecto exterior, a un perfil imperfecto que se querría modificar.

Si nos acostumbráramos a masajearnos y acariciarnos con ternura, si viviéramos la desnudez con naturalidad, si pudiéramos, en suma, relacionarnos con el cuerpo de manera confiada y atenta, aprenderíamos todo lo que tiene que decirnos sobre nosotros mismos.

Yvette Moya-Angeler
Revista Cuerpo Mente nº 211

Yo soy yo, tú eres tú


Yo soy yo,
tu eres tú,
yo no estoy en este mundo
para llenar todas tus expectativas,
y sé
que tú no estás en este mundo
para llenar todas las mías,
porque
yo soy yo
y tu eres tú,
y cuando tu y yo nos encontramos
es hermoso
y cuando encontrándonos,
no nos encontramos,
no hay nada que hacer.


Fritz.
Extracto del libro "Cartas para Claudia" Jorge Bucay


LIVE TRUE

"Si no te sale ardiendo de lo más profundo de ti, a pesar de todo, no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón, de tu mente, de tu boca, de tus entrañas, no lo hagas.
Si lo haces por dinero o por fama, no lo hagas.
Si lo haces para llevarte mujeres a la cama, no lo hagas.
Si te cansa solo pensar en hacerlo, no lo hagas.
Si estás intentando escribir como cualquier otro, olvídalo.
Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti, espera pacientemente, pero si nunca llega a rugir, haz otra cosa.
Si primero tienes que leerlo a tu esposa o a tu novia o a tu novio o a tus padres o a cualquiera, no estás preparado.
No seas pesado y aburrido y pretencioso, no te consumas en el amor propio, no lo hagas.
A no ser que salga de tu alma como un cohete, no lo hagas.
A no ser que el sol que hay dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento, si has sido elegido, sucederá por si solo y seguirá sucediendo hasta que mueras o hasta que muera en ti.
No hay otro camino y nunca lo hubo."




La amistad de las estrellas

Éramos amigos y nos hemos vuelto extraños. Pero está bien que sea así, y no queremos ocultarnos ni ofuscarnos como si tuviésemos que avergonzarnos de ello. Somos dos barcos y cada uno tiene su meta y su rumbo; bien podemos cruzarnos y celebrar juntos una fiesta, como lo hemos hecho - y los valerosos barcos estaban fondeados luego tan tranquilos en un puerto y bajo un sol que parecía como si hubiesen arribado ya a la meta y hubiesen tenido una meta. Pero la fuerza todopoderosa de nuestras tareas nos separó e impulsó luego hacia diferentes mares y regiones del sol, y tal vez nunca más nos veremos - tal vez nos volveremos a ver, pero no nos reconoceremos de muevo: ¡los diferentes mares y soles nos habrán trasformado! Que tengamos que ser extraños uno para el otro, es la ley que está sobre nosotros: ¡por eso mismo hemos de volvernos más dignos de estimación uno al otro! ¡Por eso mismo ha de volverse más sagrado el recuerdo de nuestra anterior amistad! Probablemente existe una enorme e invisible curva y órbita de estrellas, en la que puedan estar contenidos como pequeños tramos nuestros caminos y metas tan diferentes -¡elevémonos hacia ese pensamiento! Pero nuestra vida es demasiado corta y demasiado escaso el poder de nuestra visión, como para que pudiéramos ser algo más que amigos, en el sentido de aquella sublime posibilidad. Y es así como queremos creer en nuestra amistad de estrellas, aun cuando tuviéramos que ser enemigos en la tierra.

LA AMISTAD DE LAS ESTRELLAS.
Friedrich Nietzsche.

La física de la Búsqueda

A fin de cuentas, ahora creo en algo que llamo "La Física de la Búsqueda", una fuerza gobernada por leyes tan reales como la de la gravedad. La regla de la Física de la Búsqueda dice algo así:
"Si tienes el valor para dejar atrás todo lo conocido y cómodo, que puede ser desde tu casa hasta viejos rencores y emprendes un viaje buscando la verdad, externa o internamente, y estás dispuesto a tratar todo lo que te pase como una pista y aceptas a todo el que te encuentres como un maestro y si estas preparado más que nada para encarar y perdonar realidades muy difíciles sobre ti, la verdad no se te ocultará."

Come, reza, ama 

Batalla de lobos

Un antiguo indio Cherokee le dijo a su nieto; "Hijo mío, dentro de cada uno de nosotros hay una batalla entre dos lobos.


Uno es Malvado. Es la ira, la envidia, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras y el ego. El otro es Benévolo. Es la dicha, la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la bondad, la empatía, la verdad". 

El niño pensó un poco y preguntó -¿Abuelo, y qué lobo es el que gana?-, el anciano respondió, "¡Aquel al que tú alimentes!


¿Quién se ha llevado mi queso?

  • Imaginarme disfrutando de Queso Nuevo me conduce hacia él.
  • El cambio ocurre, el queso no cesa de moverse.
  • Anticípate al cambio, prepárate para cuando se mueva el queso.
  • Controla el cambio, olfatea el queso con frecuencia para saber cuando se vuelve rancio.
  • Adáptate al cambio con rapidez, cuanto más rápido te olvides del queso viejo, antes podrás disfrutar del Queso Nuevo.
  • Cambia, muévete con el queso.
  • Disfruta del cambio, saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso Nuevo.
  • Prepárate para cambiar con rapidez y para disfrutarlo una y otra vez, el queso no cesa de moverse.
  • Te reto a preguntarte a ti mismo a menudo: 
        ¿Qué harías si no tuvieras miedo?


Libro: ¿Quíen se ha llevado mi queso? Spencer Johnson

El despertador

¿Alguna vez te ha pasado que, por ejemplo, tu rutina diaria es levantarte a las 11, un día decides poner el despertador a las 8 para aprovechar la mañana. Cuando llega la hora y suena el despertador, y como tienes tanto sueño lo apagas casi sin darte cuenta y sigues durmiendo a pierna suelta, con lo cual consigues volverte a levantar como todos los días anteriores?

Quizás hubiese sido más efectivo ponerlo a las 9 y media; te hubieses despertado más descansado y así no hubieras pasado del despertador. En definitiva, curiosamente aprovechaste más la mañana poniendo el despertador a las 9 y media que a las 8.

A veces aspiramos a tanto que logramos todo lo contrario, me explico, nos planteamos una meta tan “inalcanzable” o tan difícil de cumplir (a priori) que se nos desmorona el plan sin conseguir ningún resultado.
Quizás sea mejor ser más realistas y establecer un plan menos ambicioso del que tendremos más certeza que podemos cumplir. Por eso, para ser más efectivos debemos ser menos ambiciosos 

(OJO!! Reflexión no apta para marmotas, si te consideras una marmota esta reflexión no te sirve, por más que intentes poner el despertador, nunca te lograrás despertar antes)

La olvidada escala de grises


A veces parece que se nos olvida eso de: en el centro está la solución. Tendemos a hacer juicios en blanco y negro, la gente no es feliz o triste, no es agradable o esquiva, no es tímida o deshinibida, no es valiente o cobarde, sino que tienen un poco de todo. Lo mismo pasa con las etiquetas que asignamos a ciertos sucesos o personas, algunas conocidas son "Todos los hombres son infieles", estas afirmaciones terminan siendo muy dañinas puesto que no son ciertas, no hemos analizado a cada uno de los hombres de este planeta para saber si todos son infieles. Ninguna etiqueta es al 100%, no podemos decir blanco o negro, sino que la respuesta siempre estará en el gris y por supuesto en sus diferentes tonalidades.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...